Diamantes en bruto

Si mis hijos dibujan pedos bizcos, ¿de qué podría yo hablar en mi próximo cuento?
Ellos me colocan el listón tan alto que apenas puedo concentrarme, las ideas empiezan a traspasarme la camisa y mis dedos no controlan el teclado.
Pedos bizcos que podrían ser luchadores de sumo, tener espadas e incluso lanzar fuego.
Todo ello plasmado en hojas de papel reciclado que robamos en comercios donde tienen el contenedor blanco de papel. A veces, cuando necesito más cantidad de papel sólo tengo que darme un paseo a la Universidad y zambullirme en estos mismos contenedores: la cantidad de papel es impresionante. A veces en la parte no reciclable puedes encontrar tesinas, tesis encubiertas y trabajos de alumnos.
Pero esto es las menos de la veces pues suelen ser muy cuidadosos con lo que se tira.
Ya lo dijo Robin Williams en el Rey Pescador: "A veces entre la basura puedes encontrar piedras preciosas".
Por eso, porque en cualquier momento pueden aparecer las piedr
as preciosas, porque en cualquier momento pueden convertirse en oro los pedos bizcos, estoy atento a los dibujos de mis enanos.
Después de sonreír, tratar de no reírme a carcajadas (porque un buen padre no se ríe con los pedos), y empezar a carcajearme, porque no soy tan buen padre (¿quien no se ríe con los pedos?) caigo en la cuenta de que no necesito una gran X para encontrar un tesoro.
No necesito piedras preciosas.
Tengo dos zafiros alardeando entre el pasillo, su cuarto, mi habitación, el salón y la cocina (su lugar favorito sin duda alguna); surgidos de un diamante.
Diamante, del griego antiguo, indomable.
Si mis hijos dicen pedo frito o pedo en salsa, sé que abusan del Canal Cocina.
Si dibujan pedos bizcos, sé que mi próximo cuento tendrá que ser indomable.

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